No dijo nada...
no fue necesario.
Sus manos cálidas,
huían del contacto de las mías...
su mirada se volvió distante:
en sus pupilas ya no se reflejaba mi imagen.
No dijo nada...
el silencio se encargo de enviarme el mensaje,
que sus labios no se atrevieron a pronunciar.
No dijo adiós,
no hubo lágrimas,
ni abrazos fríos,
pero su beso y sus labios...
tenían el amargo sabor de la despedida.
Mery