Después de la tristeza, la ansiedad y el enfado, hoy me encuentro en un mejor lugar. Muchas cosas han sucedido después de aquel Viernes por la noche. Sin duda, alguna razón tenía cuando hablaba de la importancia de darle tiempo al maldito tiempo. Ha sido un proceso difícil, lleno de llantos, incertidumbre, dolor y miedo. No sé si esté lista para volver a confiar en vosotros, pero puedo decir con certeza que hoy me encuentro en el camino que lleva directo a la libertad.
No es fácil perdonar cuando no han habido esfuerzos por remediar el daño.
Yo misma me enseñe que soy capaz de poner mi ego a un lado. Que soy capaz de amar incondicionalmente y que, aunque duele, puedo ser la persona que deseo ser. También me enseñe la importancia de poner límites. Me enseñe que no debo ignorar las señales de alerta ya que la intuición jamás se equivoca. Me enseñe que el amor, por más grande y puro que sea, no es un remedio.
No justifico las decisiones que tomasteis, pero con mucho esfuerzo, os perdono.
Un pequeño para vosotros, unas personas que dicen llamar mis padres: No necesitáis pretender que no existo, no pretendáis que lo que vivimos nunca sucedió. Tanto lo bueno como lo malo nos ha traído a donde estamos. Yo también he tomado decisiones equivocadas por culpa del dolor y el enfado. No os voy a mentir. Me desmoroné. Me perdí a mí misma. Lloré, grité, pataleé. Pero gracias a este proceso he comenzado a reconstruirme sobre los pedazos de un corazón roto.
Gracias por enseñarme una valiosa lección, yo puedo con todo.
Gracias por enseñarme una valiosa lección, yo puedo con todo.
